16 abr 2012

Seamos Ingenieros

¡Seamos ingenieros! ¿Por las matemáticas? ¿Por la posibilidad de construir grandes obras viales y proyectos de inversión edilicios? No, no me refiero a eso. Me refiero a que como jóvenes estemos a la altura del ideal en la práctica que nos propone el gran escritor argentino José Ingenieros.
No hay palabra en los libros de Ingenieros que no nos comprometa como ciudadanos, que no nos llame como jóvenes a ser parte de una construcción. ¿Pero qué entiende nuestro autor como fuerzas morales? Son las fuerzas que mueven al mundo, un recto sentimiento del deber que condiciona su dignidad. 
El hombre moral, nos dice, piensa como debe, dice como siente, obra como quiere. ¿Qué más podemos hacer que suscribirnos a la reivindicación total de la verdad como única meta? Es realmente aleccionadora la frase que esgrime el escudo oficial de la Universidad Nacional de Asunción: “Vitam impendere vero”, frase latina que traducida nos dice: Consagrar la vida a la búsqueda de la verdad.
La verdad no debe solo ser objeto de investigación científica, académica; la verdad debe ser un estilo de vida. Y es ahí cuando podemos enlazar la frase de nuestra querida UNA y las lecciones de Ingenieros: el hombre que adopta las fuerzas morales es una persona que defiende con coherencia esa verdad. Pensar como se debe no es más que querer lo mejor para uno y para el mundo. Decir como se siente y obrar como se quiere, no es más que la más absoluta coherencia interna, la adecuación del actuar con el corazón. Es la no-traición a ese sentimiento innato de justicia, como nos decían los romanos. La recta razón inscripta en los corazones de todos los hombres.
Y esa defensa de la verdad, de la justicia, de los valores más altos se da en todas las esferas, en todos los ámbitos. En las familias, en las aulas de colegio, en las cátedras de universidad, en el trabajo, en la política! Y con más razón en la política, donde hemos cedido espacio cada vez más a la politiquería, a la obsecuencia como forma de subir en las escalas de poder, a los ataques personales injustificados como forma de eliminar la competencia.
Recuerdo una frase maravillosa de un gran analista político paraguayo al cual respeto profundamente, el Dr. Gonzalo Quintana, cuando una vez le pregunté acerca del rol del joven en la política. Con tono tranquilo pero aplomado y seguro me respondió: “Los jóvenes deben llevarle el contrapunto a los adultos. Si hacen todo lo que ellos les dicen, no se convierten más que en sus vulgares secretarios. El joven debe romper esquemas, debe remar contracorriente, generar cambios
Así es como Ingenieros nos enfrenta con nosotros mismos: “Entusiasta y osada ha de ser la juventud. Sin entusiasmo no se sirven hermosos ideales, sin osadía no se acometen honrosas empresas. Un joven escéptico está muerto en vida, para sí mismo y para la sociedad. Un entusiasta, expuesto a equivocarse, es preferible a un indeciso que no se equivoca nunca. El primero puede acertar, el segundo jamás”
Seamos trasgresores. Seamos trasgresores educados, leídos y con argumentos, porque sin estudios no se tienen ideales sino fanatismos. Seamos trasgresores porque la sociedad nos lo demanda, seamos trasgresores porque la historia ha demostrado que el mundo es de quienes le regalan nuevas reglas, mejores realidades.

0 comentarios:

Publicar un comentario