16 abr 2012

Democratizar el Acceso a la Universidad. Parte 1

Democratizar el Acceso a la Universidad. Parte 1


Es sumamente pretencioso aspirar a abarcar una reflexión en torno a la problemática de la Universidad paraguaya en un espacio de blog, siquiera en cuanto a una de las aristas como la democratización del acceso a la universidad, siendo esto una tarea harto difícil, sirva este espacio como inicio de la reflexión, como disparador o aporte.

Está más que claro que nuestro sistema universitario está en crisis. No solamente hay crisis de prácticas, de realidades, sino también hay crisis de conceptos. Es que la sociedad que se piensa de una manera, que visualiza instituciones de una manera, difícilmente pueda generar cambios o alternativas a “modelos” institucionales, o pueda generar un cambio de paradigma si no reconoce una conceptualización diferente a la que originó el status actual. Dicho de otra manera, un sistema universitario deficiente, mal encarado, excluyente, cuasi anárquico, solamente puede responder a un laissez faire social que tolera las inequidades e ineficiencias del sistema, y que lo tiene dentro de irregularidades “medianamente aceptables”. No señores. No podemos seguir tolerando como sociedad este modelo de universidad. Planteo repensar el sistema que tenemos, y repensar el tipo de sociedad que queremos.

La educación universitaria, algunos ejes de consideración y análisis.

Entendemos como los ejes de consideración y análisis, dentro de un marco de evaluación de la situación actual de la Universidad paraguaya, a elementos como la CALIDAD, la REGULACIÓN, FINANCIAMIENTO, DEMOCRATIZACIÓN DEL ACCESO, PERMANENCIA Y EGRESO, y otros. Cada eje puede subdividirse, así como pueden englobarse en cuál es el modelo de universidad que queremos, para el modelo de PAÍS al que aspiramos.

Como primera medida, cabe destacar que a mi criterio la educación universitaria, y la educación superior en general, deben entenderse como un Derecho y no como un Bien de consumo. Tal “sutil” diferenciación trasciende la mera clasificación didáctica para posicionarse como elemento clave para el análisis posterior. Si consideramos en la práctica a la educación como un Derecho a la Educación, parte de los Derechos Humanos, y no como un Bien sujeto a las leyes del mercado, del lucro, de la oferta y la demanda, entendemos que el Estado tiene un ROL protagónico en garantizar el ejercicio efectivo de ese Derecho. Y entendemos a la Educación como un Derecho pero también como un elemento al servicio de un país, de un proyecto de desarrollo y de progreso social, y no en función a indicadores de ganancias económicas de personas o grupos, de intereses de sectores.

El debate tuvo su auge en los años 80 – 90, cuando desde 1950 y tener sólo 75 universidades en América Latina se pasó en 1985 a tener más de 3.000.

Al respecto, nos señala Alejandro Tiana:

“Ante la falta de presupuestos suficientes para dar respuesta a la demanda creciente de educación superior, la solución consistió en favorecer la creación de instituciones privadas y permitir así la expansión del sector. El Estado evitó correr con los gastos de la democratización y la diversificación del acceso a la educación superior, transfiriéndolos en buena medida a los individuos y sus familias. La reacción a esta situación pasó por la defensa de la educación superior como un bien público y no como bien de consumo, que se plasmó de manera explícita en la Declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior de Cartagena de Indias de 2008” (Tiana. A. 2010. Pensamiento Iberoamericano. Madrid, Septiembre)

Entendiendo a la educación superior, y específicamente a la universitaria que nos compete en la presente, como un Derecho, partimos de la base del rol protagónico del Estado en su garantía.

Volviendo al eje de la democratización, entonces vemos que tanto el acceso, la permanencia como el egreso de jóvenes al sistema universitario deben encararse a partir de políticas concretas, que busquen y comprendan, entre otras cosas, mecanismos de financiamiento de la educación, una vez que establecimos cuáles son los COSTOS de la misma. En lo que se refiere a los costos, actualmente no están suficientemente claros los costos reales de la educación, así como estamos absolutamente lejos de separar los costos de la educación REAL y los costos del mantenimiento de la burocracia de las instituciones públicas y privadas, que en la práctica maquillan un abierto LUCRO en perjuicio de los sectores estudiantiles más vulnerables. Recuerdo un día que estaba en una audiencia pública en la Cámara de Senadores acerca de varias denuncias sobre atropello a los derechos humanos y expulsiones arbitrarias de las facultades de Veterinaria y Derecho de la Universidad Nacional de Asunción, entre los cuales mi caso era uno de ellos, en la cual estábamos debatiendo entre otras cosas acerca de la transparencia en el manejo administrativo en la UNA, cuando intervino una funcionaria de la Contraloría General de la República dando datos escalofriantes y bien gráficos: de 10 pedidos de documentación acerca de ejecución presupuestaria a la Facultad de Medicina, 2 eran contestados y de manera incompleta. Y bajo la excusa de la “autonomía universitaria”, la Contraloría no tenía elementos legales para exigir coactivamente los documentos.

Es claro entonces que el saneamiento de los costos de la educación va vinculado al financiamiento y éste vinculado evidentemente al acceso y permanencia.

Debemos entender que al hablar de democratización estamos hablando en gran medida de favorecer el acceso al nivel superior de los sectores más desfavorecidos, lo cual implica desarrollar estrategias globales para eliminar inequidades “de origen”.

Nos dicen Victoria Gessaghi y Paola Llinas:

“Los diversos estudios que indagan en los factores que influyen en el acceso y la permanencia en la universidad (Kisilevsky y Veleda 2002, Cabrera 2001, Filmus 2001, Miranda y Otero 2004) han identificado una multitud de factores, además del económico, que afectan la posibilidad de ingresar a una institución de educación superior y de darle continuidad a los estudios. Entre ellos podemos destacar:

- El entorno familiar: estos trabajos destacan la importancia de la familia como ambiente predisponente para la continuación de los estudios superiores. El nivel educativo de los padres y el estímulo o apoyo que otorguen a sus hijos serán predictores del éxito futuro.

- La experiencia en la escuela secundaria: el estímulo de padres y amigos durante los años de secundaria, al igual que una buena formación durante la misma, resulta fundamental para asegurar la posterior inscripción en el nivel superior.

- El acceso a información sobre la oferta universitaria: conocer la institución a la que se ingresa, los patrones de inscripción, los planes de estudio, así como también conocer la disponibilidad de ayuda financiera constituye la información necesaria para que el tránsito entre la escuela media y la universidad sea exitoso. Por otra parte, los especialistas aseguran que la ausencia de orientación vocacional en la escuela media y la falta de un acompañamiento en la transición a la universidad contribuyen al problema tanto como la rigidez de los planes de estudio y de las instituciones universitarias, que no permiten fácilmente los cambios de carrera: los estudiantes que finalizan la escuela secundaria tienen escasa información sobre los estudios terciarios y el mundo laboral, y hasta que no ingresan en esos niveles sus representaciones acerca de los mismos son confusas.” (Democratizar el Acceso a la Educación Superior. 2005. Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento. Septiembre, Buenos Aires)

Podemos divisar entonces que para encarar el desafío de la democratización, tan sólo uno de los elementos (pero no menos importante por eso) es el de los mecanismos ECONÓMICOS de compensación por inequidades. Los otros pasan por la Información y Motivación suficiente que reciban tanto los alumnos como los padres en procesos previos que pueden ser llevados en los colegios.

Por qué no pensar por ejemplo en una “Semana del Universitario” o parecido, donde en las propias instituciones educativas de nivel medio se lleven a cabo jornadas de capacitación, información, de realización de test vocacionales y exámenes de ingreso “ficticios” para que el estudiante y los padres sepan bien a qué se juega, cómo se juega y cuál es el escenario global que se viene con la entrada a la Universidad.

Este tipo de medidas no implicaría una gran erogación económica (quizás estamos hablando de un mínimo costo en capacitación de profesores, invitación a universidades, materiales varios) pero de un posible alto impacto en la democratización.

De igual manera, las medidas políticas tendientes a compensar las inequidades también deben analizarse. Estamos hablando de becas, de diferentes graduaciones y tipos, para los estudiantes de más bajos recursos, con criterios diversos de sostenibilidad y acceso a las mismas.

Pero eso lo trataremos en el post siguiente. 

Seamos Ingenieros

¡Seamos ingenieros! ¿Por las matemáticas? ¿Por la posibilidad de construir grandes obras viales y proyectos de inversión edilicios? No, no me refiero a eso. Me refiero a que como jóvenes estemos a la altura del ideal en la práctica que nos propone el gran escritor argentino José Ingenieros.
No hay palabra en los libros de Ingenieros que no nos comprometa como ciudadanos, que no nos llame como jóvenes a ser parte de una construcción. ¿Pero qué entiende nuestro autor como fuerzas morales? Son las fuerzas que mueven al mundo, un recto sentimiento del deber que condiciona su dignidad. 
El hombre moral, nos dice, piensa como debe, dice como siente, obra como quiere. ¿Qué más podemos hacer que suscribirnos a la reivindicación total de la verdad como única meta? Es realmente aleccionadora la frase que esgrime el escudo oficial de la Universidad Nacional de Asunción: “Vitam impendere vero”, frase latina que traducida nos dice: Consagrar la vida a la búsqueda de la verdad.
La verdad no debe solo ser objeto de investigación científica, académica; la verdad debe ser un estilo de vida. Y es ahí cuando podemos enlazar la frase de nuestra querida UNA y las lecciones de Ingenieros: el hombre que adopta las fuerzas morales es una persona que defiende con coherencia esa verdad. Pensar como se debe no es más que querer lo mejor para uno y para el mundo. Decir como se siente y obrar como se quiere, no es más que la más absoluta coherencia interna, la adecuación del actuar con el corazón. Es la no-traición a ese sentimiento innato de justicia, como nos decían los romanos. La recta razón inscripta en los corazones de todos los hombres.
Y esa defensa de la verdad, de la justicia, de los valores más altos se da en todas las esferas, en todos los ámbitos. En las familias, en las aulas de colegio, en las cátedras de universidad, en el trabajo, en la política! Y con más razón en la política, donde hemos cedido espacio cada vez más a la politiquería, a la obsecuencia como forma de subir en las escalas de poder, a los ataques personales injustificados como forma de eliminar la competencia.
Recuerdo una frase maravillosa de un gran analista político paraguayo al cual respeto profundamente, el Dr. Gonzalo Quintana, cuando una vez le pregunté acerca del rol del joven en la política. Con tono tranquilo pero aplomado y seguro me respondió: “Los jóvenes deben llevarle el contrapunto a los adultos. Si hacen todo lo que ellos les dicen, no se convierten más que en sus vulgares secretarios. El joven debe romper esquemas, debe remar contracorriente, generar cambios
Así es como Ingenieros nos enfrenta con nosotros mismos: “Entusiasta y osada ha de ser la juventud. Sin entusiasmo no se sirven hermosos ideales, sin osadía no se acometen honrosas empresas. Un joven escéptico está muerto en vida, para sí mismo y para la sociedad. Un entusiasta, expuesto a equivocarse, es preferible a un indeciso que no se equivoca nunca. El primero puede acertar, el segundo jamás”
Seamos trasgresores. Seamos trasgresores educados, leídos y con argumentos, porque sin estudios no se tienen ideales sino fanatismos. Seamos trasgresores porque la sociedad nos lo demanda, seamos trasgresores porque la historia ha demostrado que el mundo es de quienes le regalan nuevas reglas, mejores realidades.